Firme, despacio me llevas, abrazada, suave, a tu cuello, mientras mi ropa cae a nuestro alrededor como hojas secas, junto a tu ropa. En la fría blancura de tu lecho me reclino, te miro y te sonrío. Mis brazos te reclaman, urgentes. Arden nuestros cuerpos y tu sonrisa desmiente, dulce, el brillo de tu mirada, amor contra pasión.
Tu boca cubre mis labios, tu lengua busca mi lengua, ahogando mis suspiros. Se pasean tus besos por mi cuerpo, buscando cada rincón oculto, cada punto de placer. Me estrechas contra tu pecho, tu cuerpo contra el mío, y mis manos acarician tu cabello, tu cuello, tu espalda...mis piernas ciñen tu cintura y mis labios te sonríen. Nuestros cuerpos se hablan sin palabras, nuestra pasión se hace mas profunda, tus labios juegan con mis senos, arrancándome ardientes suspiros.
Tus ojos me miran, apremiantes; los mios te asienten, en silencio, ambos en perfecta complicidad. Tus manos en mis caderas me enlazan con fuerza, y das rienda suelta a tu pasión, mientras mis gemidos se mezclan con tu nombre, mientras tus gemidos se mezclan con el mío...
Mi cuerpo se arquea hacia el tuyo, deseoso, necesitado de tu contacto, de tu pasión, en la cumbre de un fuego que nos quema. Despacio, suave, tus ojos se abren, me miran, me sonríen, se iluminan para mi. Mis brazos se abren para recibirte, tu cabeza se apoya en mi hombro, siento en tu cuello tus besos, suaves, tiernos, sensuales.
Y mientras tu cuerpo se relaja, a mi lado, abrazado a mi, me susurras, mimoso, al oído, como una suave brisa de verano: "Mi dulce niña, mi María..."